La mente puede dejarse llevar por pensamientos no dirigidos, basados en factores colaterales cómo influencias, recuerdos, creencias, juicio, etc. En ciertas ocasiones estos pensamientos pueden ser dirigidos utilizando la intención para llegar a una reflexión, razonamiento o conclusión.
También es posible utilizar la mente como herramienta de atención para dirigir la consciencia. La atención es la conexión directa con nuestra percepción (observador cúantico), y de su utilización consciente depende el nivel de objetividad (o distorsión) con el que percibimos la realidad. Sólo se necesita la intención, paciencia y práctica adecuadas para aprender a utilizarla y fortalecerla, al igual que se fortalece un músculo.
La atención no solo se destina para concentrarse en tareas o productividad, de hecho de las prácticas más beneficiosas psicológica y espiritualmente es utilizarla en percepciones tales como el momento presente, la autobservación de uno mismo o la respiración en determinados ejercicios de meditación.
Algunos ejercicios simples y cotidiatios para ejercitar la atención es observar a qué estamos atendiendo cuando estamos distraidos. O prestar la máxima atención a pequeños detalles que nos creen curiosidad o satisfacción, como degustar una comida u observar un paisaje.
Básicamente cualquier acción o intención se respalda con el nivel y el control de la atención. Conocer y aprender sobre cómo funciona tu propia atención puede ayudarte a llevar una vida más consciente.