Eres Dios pero no lo recuerdas. Tienes un poder divino que se oculta tras el miedo y el apego, que distorsionan la perspectiva real de tu naturaleza.
La culpabilidad te encarcela y te roba la libertad. Tu no tienes culpa de nada, eres un ser maravilloso que está evolucionando y aprendiendo para recordar la esencia su existencia.
La enfermedad es provocada por la mente de forma inconsciente, y los medicamentos y tratamientos te mantienen en el papel de enfermo para que continúes dormido y sumiso dentro del rebaño.
Puedes sanarte tú mismo y alejar la enfermedad, el malestar, los pensamientos negativos y las preocupaciones; observando tus emociones, buscando paz y tranquilidad en tu interior, practicando la compasión y la empatía, dejando de juzgar y criticar.
Nadie te asignó el papel de juez. Perdona a quien te ofendió, elimina de tu vida el resentimiento, y mantente en sincronía con tu corazon, y te orientarás hacia la verdad, la claridad y la evolucion de tu espiritu divino.